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Barron Attacker of the Ditch (#13796)

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La historia del nombre

El libro del Lore está lleno de historias heroicas y demostraciones de fuerza y poder. Grandes nombres quedaron inmortalizados en sus páginas, y las eras se van revelando mientras el mundo se forma con cada nueva página que se escribe. Aunque, de todas las historias sobre el origen de los nombres, ninguna es tan extravagante como la de Barron, el que ataca desde la zanja.

No quiero decir que por extravagante carezca de heroísmo. Barron empezó y se formó como cualquier otro guerrero. De niño, jugaba con un palo que imaginaba como una espada, soñando con matar monstruos. De joven, partió de su casa en busca de un maestro y aventuras, y ya adulto, terminó realizando un sinfín de encargos, viajando de pueblo en pueblo, buscando hacerse de buena reputación. Hacía tiempo que se encontraba en Obsidian City y es en esa ciudad, en la taberna "the molten Mug" donde comienza esta historia.

Barron miraba la pared y bebía. a las 6 horas de lo mismo su rostro ya se notaba enrojecido por tanto alcohol lo que revelaba su estado de completa ebriedad. Hacía tiempo que no tenía acción; su último trabajo para un artesano de renombre en la ciudad había pagado bien, pero dos semanas de beber y comer acaban con cualquier recompensa.

Burrp Barron se limpió la barba con la manga. "Capaz tendria que conseguirme un encargo" pensó, mientras giro la cabeza y dirigío su mirada al tablón de anuncios.

Se levanto como pudo y caminó tambaleándose, chocando con un par de sillas, hasta llegar al tablero de recompensas. Tras dar otro sorbo a su jarra, comenzó a buscar algo que hacer. Todo se veía igual de aburrido: "Acompañar una caravana a través del desierto hasta Goblin Town", "Limpiar de ratas…".

Pero entonces, un cartel llamó su atención. Provenía de unos extranjeros, que utilizaban un dialecto diferente al de la gente del desierto. ¿Quizás del norte? Eso no importa, se dijo en voz alta.

Leyó el encargo, y lo que entendió fue algo sobre 20 mulas y un pueblo que estaba siendo atacado. Yo puedo con 20 mulas, pensó, mientras arrancaba el cartel y tomaba el mapa para llegar a la bestia.

Es importante aclarar que no se trataba de ningún idioma extranjero. Simplemente, Barron estaba tan ebrio que no entendió en absoluto lo que decía el cartel.

Al llegar, Barron se encontró en un pequeño poblado que no debía albergar más de 20 personas. El olor a podrido y el silencio indicaban que ya nadie vivía allí; solo la muerte ocupaba cada rincón. El ambiente se sentía tenso, a pesar de que el clima era agradable y el sol brillaba en lo alto. Una nube tapó el sol.

Barron llegó a un camino que se dividía y rodeaba una especie de iglesia. Pensó un momento y, de repente, notó que algo no estaba bien; la nube parecía no moverse de su lugar. De repente, un silbido cortó el viento. Barron saltó de su caballo hacia un costado, justo a tiempo para ver cómo este era partido por la mitad. Las piernas del animal quedaron en su lugar, mientras el resto del cuerpo, empujado por la fuerza de un gran golpe, voló contra una pared.

Desenvainando su espada, Barron giró y se plantó frente al gigante. Era enorme, tan grande que no pudo entender cómo no lo escuchó detrás de él. La bestia dio un alarido y saltó sobre él, pero Barron estaba preparado y logró esquivarlo. Intentó cortarlo, pero no logró darle de lleno. Esquivó otro golpe del mazo, corrió unos metros y vio su oportunidad: siguió por el camino y saltó dentro de una zanja.

El gigante se plantó sobre la zanja y levantó su gran maza, comenzo a golpear una y otra vez la tierra para sacar al guerrero. Rápidamente, Barron tuvo una idea y comenzó a golpear los pies de su enorme enemigo una y otra vez con fuerza, mientras los golpes del gigante sacudían todo a su alrededor. Finalmente uno de los golpes logró cortar un tendón y la bestia se desplomo sobre el tapando la zanja por completo.

Pasaron las horas el gigante no se volvio a levantar y la luna fue ganandole el cielo al sol.

No fue sino hasta entrada la noche, mientras la luna llena iluminaba todo en un cielo sin nubes que que se vio emerger una hoja de espada, seguida de una mano de la espalda del gigante caído. Barron había logrado hacerse un camino a travez de la abominable bestia. Casi trepando desde el fondo de la zanja, logró pararse sobre el cadáver fétido del gigante. Bañado en sangre, jugos gástricos y heces, Barron cortó la cabeza del gigante y la arrastro hasta Obsidian city para cobrar su recompensa y ganarse así su nombre: Barron, el que ataca desde la zanja...

"Baron primer boceto" ..

artista: https://www.instagram.com/ramixology/

English Version

The Book Of Lore is filled with heroic tales and displays of strength and power. Many geat names have been immortalized in its pages, and the ages unfold as the world takes shape with each new page written. Yet, of all the stories about the origin of names, none is as extravagant as that of Barron, Attacker of the ditch.

I don't mean to suggest that extravagance implies a lack of heroism. Barron started and was shaped like any other warrior. As a child, he played with a stick he imagined as a sword, dreaming of slaying monsters. As a young man, he left home in search of a master and adventures, and as an adult, he ended up taking on countless tasks, traveling from town to town, seeking to build a good reputation. He had been around Obsidian city for some time now, and it was in that city, at the Molten Mug where the story beggins.

Barron was staring at the wall and drinking. After six hours of the same, his face had already turned red from so much alcohol, revealing his state of complete drunkenness. It had been a while since he had any action; his last job for a renowned craftsman in the city had paid well, but two weeks of drinking and eating can deplete any reward.

Barron wiped his beard with his sleeve. "Maybe I should find myself a job," he thought, as he turned his head and looked at the notice board.

He got up as best he could and staggered, bumping into a couple of chairs, until he reached the reward board. After taking another sip from his mug, he began to look for something to do. Everything seemed equally boring: "Escort a caravan through the desert to Goblin Town," "Clear out the rats…".

But then, a poster caught his attention. It came from some foreigners who used a different dialect than the desert people. Perhaps from the north? It doesn't matter, he said out loud.

He read the job description, and what he understood was something about 20 mules and a town being attacked. "I can handle 20 mules," he thought, as he tore off the poster and took the map to reach the beast.

It’s important to clarify that it wasn’t in any foreign language. Barron was simply so drunk that he didn’t understand what the poster said at all.

When he arrived, Barron found himself in a small village that couldn’t have housed more than 20 people. The smell of rot and the silence indicated that no one lived there anymore; only death occupied every corner. The atmosphere felt tense, despite the pleasant weather and the sun shining high above. A cloud covered the sun.

Barron came to a path that split and circled around what seemed to be a church. He thought for a moment, and suddenly noticed that something was off; the cloud seemed not to move from its place. Suddenly, a whistle cut through the wind. Barron jumped off his horse to the side, just in time to see it split in half. The animal’s legs stayed in place, while the rest of its body, pushed by the force of a great blow, flew against a wall.

Drawing his sword, Barron turned and faced the giant. It was enormous, so large that he couldn’t understand how he hadn’t heard it behind him. The beast let out a roar and leaped at him, but Barron was ready and managed to dodge it. He tried to strike it, but couldn’t land a solid hit. He dodged another blow from the mace, ran a few meters, and saw his chance: he followed the path and jumped into a ditch.

The giant stood over the ditch and raised its great mace, beginning to pound the ground repeatedly to flush out the warrior. Quickly, Barron had an idea and began to strike the enormous enemy’s feet again and again with force, while the giant’s blows shook everything around him. Finally, one of the strikes managed to cut a tendon, and the beast collapsed, covering the ditch completely.

Hours passed, the giant did not rise again, and the moon gradually overtook the sun in the sky.

It wasn’t until late at night, as the full moon illuminated everything in a cloudless sky, that a sword blade emerged, followed by a hand, from the back of the fallen giant. Barron had managed to carve his way through the abominable beast. Almost climbing from the bottom of the ditch, he stood on top of the giant’s foul-smelling corpse. Covered in blood, gastric juices, and excrement, Barron cut off the giant’s head and dragged it back to Obsidian City to claim his reward and earn his name: Barron, the one who attacks from the ditch...

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